Es una receta muy fácil que además se hace casi en un momento pero no os dejéis engañar por la sencillez de este plato porque está realmente delicioso y su sabor a la vez ácido y dulce os sorprenderá desde el primer bocado.
Ingredientes para 4 personas
- 4 pechugas de pollo sin filetear, el zumo de 2 limones y una lima, 2 cucharadas de miel de abejas y unas judías verdes para guarnición
Cómo hacer pechugas de pollo glaseadas con miel y limón
La técnica del glaseado es muy agradecida, tanto en su aspecto visual como en el del sabor ya que los ingredientes de la salsa van penetrando poco a poco en los alimentos cocinados, consiguiendo un sabor muy interesante. El otro día usamos esta técnica para elaborar la receta de salmón noruego glaseado con teriyaki, y hoy lo vamos a hacer con el pollo, para conseguir una comida sencilla, saludable y ligera.
Comenzamos marcando las pechugas de pollo en una parrilla para cocinar su parte exterior y marcar un poco las rayas en su superficie. Será suficiente con dejar unos dos minutos por cada lado para conseguir ese aspecto apetecible. Después, reservamos y, mientras reposa el pollo, preparamos la salsa del glaseado en un cazo.
Ponemos el zumo de dos limones y una lima, -que aporta matices muy agradables- a cocer y añadimos dos cucharadas de buena miel. Cuando se integra bien y forma muchas burbujas, comenzamos a glasear las pechugas de pollo, una forma fácil y rápida de hacerlo.
En una sartén ponemos la salsa de miel y limón y las pechugas y con un poco de paciencia, comenzamos a napar o cubrir las pechugas con la salsa, usando una cuchara. Hay que ser constante y hacerlo de modo continuo, ya que haremos esta operación hasta quedarnos sin salsa. Ésta se irá espesando poco a poco, mientras aporta una capa de color y brillo a las pechugas de pollo. Sed pacientes ya que con diez minutos es suficiente para conseguir un color dorado y terminar de cocinar el pollo en su interior.
Comenzamos marcando las pechugas de pollo en una parrilla para cocinar su parte exterior y marcar un poco las rayas en su superficie. Será suficiente con dejar unos dos minutos por cada lado para conseguir ese aspecto apetecible. Después, reservamos y, mientras reposa el pollo, preparamos la salsa del glaseado en un cazo.
Ponemos el zumo de dos limones y una lima, -que aporta matices muy agradables- a cocer y añadimos dos cucharadas de buena miel. Cuando se integra bien y forma muchas burbujas, comenzamos a glasear las pechugas de pollo, una forma fácil y rápida de hacerlo.
En una sartén ponemos la salsa de miel y limón y las pechugas y con un poco de paciencia, comenzamos a napar o cubrir las pechugas con la salsa, usando una cuchara. Hay que ser constante y hacerlo de modo continuo, ya que haremos esta operación hasta quedarnos sin salsa. Ésta se irá espesando poco a poco, mientras aporta una capa de color y brillo a las pechugas de pollo. Sed pacientes ya que con diez minutos es suficiente para conseguir un color dorado y terminar de cocinar el pollo en su interior.
Dificultad | Fácil
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